GENTILICIO
Soy rama de un árbol de raíz profunda dormida en la entraña de la hermosa tierra que me vio nacer, con el carácter de mi padre, de mi madre la sonrisa, ojos de la abuela y nariz de no se quien, última en la lista de una familia numerosa, rara y taciturna desde niña, terca, hija, nieta hermana, esposa, madre y querendona por convicción.
Semilla germinada en pequeño pueblo muy al norte del país, a la orilla de un Florido río que al desierto ha vencido, por abrigo he tenido la sombra de nogales de una hermosa arboleda que se viste de figuras y cantos de Zanates al amanecer y cuando se oculta el sol y el abrazo de los amigos que aún conservo desde hace tantos años, muchos de ellos desde mi niñez.
Los buenos días me los dieron con un característico silbido que hoy repite esta flor que es mi hijo, en recuerdo del abuelo tan querido, eternamente enamorada del testigo permanente de mi hermosa vida, manto del arcángel de la anunciación y de ese Triunfo donde tanto amor he recibido como el agua de la acequia que da vida a los campos que florecen en la primavera.
Y confieso haber caído en el hechizo de las aguas del Ojo Dolores que me invita a regresar.
Soy rama de un árbol de raíz profunda dormida en la entraña de la hermosa tierra que me vio nacer, soy desierto, manantial, soy palabra, flor de bugambilia, soy poema y rosalaurel, soy nuez y chabacano, Mexicana hasta las cachas, orgullosamente Chihuahuense por voluntad de Dios...
¡Ajúa si Señor!
© Tizzia Holwin