Como si sólo se tratara de palabras
Quiero que me subvencione mi gobierno,
no para vivir, de eso se encargan
mis gafas, mis dos manos, mi cerebro,
un jefe que, en mi sueldo de explotado,
dice cubrir mis cuentas y hasta mi hambre,
de eso se encargan mi hijo que ilumina
con cada gesto la belleza de estar vivo
y mi pareja con su amor y mis vecinos
con la vigilia permanente ante los malos tiempos que cruzamos.
Quiero que me subvencione mi gobierno,
más bien para alcanzar tranquilamente aquella estrella,
aquella rosa en flor que los mercados nos esconden
y el abrazo feraz que mis hermanos necesitan,
más bien para, sencillamente, ser felices
por el hecho de honrar la tierra en que vivimos,
de recordar su historia, la nuestra, los fragmentos
de cada acribillado por las balas del verdugo.
No puede suceder que el hombre llore,
que entre el agua a su casa, que la guerra
se lleve a sus mil hijos sin saber ni por qué mueren,
no puede suceder que no haya agua,
que la que queda sufra envenenada,
que el aire lo racionen o lo ensucien
y que de la amada tierra ni el lugar para los huesos sea nuestro.
No puede suceder que no aprendamos,
por más que el átomo nos abra sus secretos
y la célula palpite siempre atenta a hacerse vida,
por más que los cohetes ya recorran
el cálido infinito de los cielos,
no puede ser que cada cual trabaje
sin comprender jamás adónde van tantas correas,
adónde va el manjar que aquí elaboran,
si en casa el plato apenas alcanza para los menores.
Por cierto que el ministro bien lo sabe,
pero a la hora oficial parte a su casa,
donde nada le importa de lo injusto de extra muros,
donde duerme tranquilo, pues ya tiene su dieta asegurada,
donde su única meta es continuar captando votos,
pues quiere ampliar a diez sus residencias en la costa.
Así pues, ahora mismo lo repito
quiero que me subvencione mi gobierno,
por algo vivo aquí, pago mis deudas,
siembro la tierra, clavo muebles colorados,
por algo fui a la escuela y me enseñaron
que ya no puede ser que nos olviden.
Así que o bien comprenden los que mandan
o acabamos de charlar los que ya todo comprendimos,
nos verán en cada calle, levantando este derecho,
y a mí, que el pueblo soy, me escucharán por siempre,
cuando sea yo el gobierno y no esa chusma,
gris canalla que a lo más cuando termino
de escribir y de cantar, ríe y me aplaude,
como si sólo se tratara de palabras.
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