Es costumbre al argentino
decir “mataron un chancho”,
aunque ya hace muchos años
que eso quedó en el olvido...
¡Veinticinco aniversario
de casados... quién diría!
en la casa todo el mundo
rebosaba de alegría.
Don Juan alzó a su nietita
durante casi todo el día,
y María se pasó
meta y meta en la cocina.
Cuando la noche llegó
José se hizo un asado
y los vinos no tenían
control para ningún lado.
Dos ángeles que pasaron
se quedaron un ratito,
estaban algo apurados
por causa de los mosquitos.
Los vecinos se trajeron
tortas y bocaditos,
Gancia, sidra, Coca-Cola
y un surubí todo frito.
Una estrella se cayó
y casi todos la vieron,
y comerse todo eso
(aunque querían), no pudieron.
Como a eso de la una,
Don Juan se mandó un discurso,
cosa ya muy anticuada
(totalmente fuera de uso).
Y entre las risas y las lágrimas
que al final trajo este asunto,
deberíamos resaltar
aunque sea algunos puntos.
Dijo: -“No crean que quiero
aburrirlos o amargarlos,
esto no será muy largo
(o por lo menos lo espero).
Yo no tuve en la vida
estudio, fortuna, acomodo,
pero a esta altura, feliz
he sido de todos modos.
Trabajé, tal vez no mucho,
pero tampoco fui vago,
lo que hago y lo que hice
ha sido siempre honrado.
Si fortuna no he tenido,
buena mujer me tocó,
cinco hijos que me ha dado,
buenos parientes y amigos.
Siempre comí la mandioca
y también chipa so’o[1]...
entonces hoy me pregunto:
¿De qué me quejo con Dios?
La felicidad tal vez sea
aceptar lo que se tiene,
ayudar al que está al lado
y obrar con buena conciencia.
Ser humilde, agradecido,
leal, servicial, amable,
responsable en el trabajo,
buen padre y mejor marido...”
(Hasta aquí llegó Don Juan,
porque ya todos querían
y a los gritos lo pedían:
continuar con los chorizos).
A las tres, mientras dormían,
José salió despacito
a meterse en el taller
donde estaba la Camila...
[1] Chipa so’o: Tortita de maíz con relleno de carne, típica de Paraguay.