Cascaron de ceniza,
huellas ígneas.
Pasos que reptan sobre
carbón y azufre.
Campanas plañideras,
exhalan cortadas
besos de amoniaco.
Cólera superlativa en
ojos nublados.
Estocadas de hiel.
Manos que comen fuego,
alma refulgente hecha de
retazos sanguíneos, latidos
de corazón y puños apretados.
Octavio Aldebarán Márquez.