Hallé:
una espiga de ternura
en tus ojos,
un charco dulzón
en tus labios,
una puerta de fuego
en tu cuello,
un río agitado
en tus venas.
Tu cuerpo
velero de mi puerto.
Tu alma
paraíso abstracto
para mi sombra.
En tu rostro encontré
la nueva sonrisa de la tristeza,
un aroma
que sube resignado
hasta las paredes de mi memoria
ha tatuar ahí, tu nombre.