En un majestuoso cielo ,
crecía una flor muy bella,
a la vera de una estrella,
y de un pequeño riachuelo.
El sol que un bonito día,
quiso llamarla amapola,
se acercaba estando sola,
y al mirarla le decía:
Perdóneme florecilla,
no quisiera entretenerla,
pero me da gusto verla
entre tanta maravilla.
De color muy elegante,
son sus atavíos rojos,
amapola de unos ojos
de mirada muy distante.
¿Y no es porfiar en exceso,
sutil y frágil belleza,
entre tanta sutileza,
poderle yo dar un beso?
Amapola de mi vida,
si pudiera ser su amigo,
jardinero distinguido,
y cuidarla sin medida.
Sería mi vida un viaje,
donde Dios es el camino,
que gobierna mi destino,
con la paz de mi equipaje.
Ocsirnaf 24/11/2014