Profanando la inevitable despedida
al final de tu partida,
veo tu sombra alargada
como queriendo alcanzar un sueño
suspendido en un ardiente deseo
para escapar de lo que algún día fue.
Con una maleta con pocos recuerdos,
pero llena de sueños sin materializar,
te vi partir, me dolió,
pero te dejé marchar,
sentí que se agotó el ultimo segundo pactado.
No me quedó valor,
ni para la cobarde despedida,
me escapé
hacia el arrabal de la desilución,
en un ocaso sin tregua ni pausa,
donde solo el sentimiento
sería testigo mudo de mi desolación.