Hugo Emilio Ocanto

Repaso ( Breve monólogo) - Plateles - Interpreta: Hugo Emilio Ocanto

Repaso

Me va venciendo la edad,

no me resigno a decir que soy viejo.

Como sustento, los años,

mi inseparable bastón,

mi compañero.

Mi recreo, los recuerdos.

Ya no soy aquel impetuoso joven,

me he tragado el orgullo,

que parecía del cielo protegido,

y al que la vida le corría por sus venas.

Ahora trato de pasar desapercibido

para que ese tiempo final,

que sin duda ha de llegar,

se olvide de mí,

no me recuerde,

y a él le digo: “mi nombre es nadie”.

He ganado batallas,

pero voy perdiendo la guerra.

Tomé algunos trenes,

otros los dejé pasar,

y a algunos no llegué a tiempo

y solitario vagué por la estación.

Pronto comprendí,

que querer abarcarlo todo,

era apretar poco,

y que no hay mejor medicina,

que la paciencia,

que hay códigos y normas en la vida,

y que la misma llega por su cauce.

Ya nada me preocupa,

y todo me ocupa,

a quien sabe esperar le llega su tiempo.

Vi desaparecer generaciones

y como otras tomaban su lugar.

Hoy todas yacen sepultadas,

polvo son los huesos y más preclaras osamentas.

Áureos sepulcros y magníficos mausoleos las separan.

Todas pudriéndose en la infinitud del desengaño.

¡Atrás quedaron el sol y los laureles!

Lloré, reí, perdoné y fui redimido.

Amé y fui amado,

en mi prendió, cual vana esperanza,

la llama del premio y del castigo.

Amé a quién me amó,

incluso, amé a quien le era indiferente,

pero, sobre todo, amé a quién estuvo a mi lado.

Lo hice con pasión, con dulzura, con camaradería

y, a veces , sin pedir nada a cambio.

Todo lo entregué y todo me entregaron.

Nunca me arrepentí de ese pasado.

No ha de volver el tiempo.

¡Jamás!

¡Oh, sí, aquel primer amor!

Aquel primer amor, nunca se olvida.

Colmaba mi ilusión,

grandes hizo mis esperanzas.

¿El último? El último fue el mejor,

porque hizo revivir en mí el primero.

Así que viví… y sigo viviendo,

¿no es eso, acaso, lo importante?

La vida es mi consuelo

cuando ya nada queda.

Ya pasó la pleamar

y, ahora, que se van retirando las aguas,

y que la estación,

como despedida, agito hacia vosotros mi pañuelo,

reitero, de deciros no me olvido

que a tiempo que borre mi nombre,

mi nombre que es ninguno.