Esta vez voy a dejarte,
voy a recorrerte por última vez y luego
me marcho.
En silencio, ni notarás que me he ido,
sólo lo sabrás cuando despiertes y,
allí donde debiese estar, ya no esté.
Al final nada dura para siempre, excepto
el recuerdo de la carne, más no de la memoria.
Mis manos recuerdan historias que mi vida olvidó;
y así, sin nada más que ofrecer
más que el deseo de desprenderme de ti,
me marcho para siempre de tu impecable frialdad.
Este es mi último adiós antes de arrepentirme.