¡Qué triste y perra
la vida del trabajador!,
antes te morías de hambre
y ahora te mata cualquier
incompetente doctor.
Si el armazón se resiente
por tu esfuerzo realizado,
ándate con mucho ojo
o te verás derrumbado
al confiar en galenos que
están tan mal preparados,
tratando a las personas
igual que si fueran ganado.
Toda la vida en el tajo
labrándose un porvenir,
y cuando viene un problema
nadie se preocupa por ti,
solo eres un número más
que alguien necesita borrar,
de esa lista interminable
que no se agota jamás,
y que alguien día a día
la controla sin piedad.
Cuando nuestra energía se va
agotando por el paso de los años,
y tus órganos vitales solo
a impulsos están funcionando;
es el momento oportuno
para tu testamento escribir,
ya que de un momento a otro
en un hospital cualquiera
una cama hay para ti,
que muy blanquita te espera
para que descanses allí;
y dependiendo de quién
te trate te dejara o no salir,
bien para la recuperación en casa
o a un tanatorio concertado para
que se despidan y recen por ti.
Esta es la triste historia
de un anciano cualquiera
que su vida ponga en manos
de algunos médicos con
incompetencia suprema,
que dispensando están en
nuestras ciudades y pueblos
las abarrotadas urgencias.
Por eso Domingo, mi amigo
siento lo que te paso,
los lamentos y disculpas
ya no tienen solución,
la suerte que te sonreía
aquel día te abandono,
diste con quien no debías
y tu vida se truncó.
A partir de aquel momento
ahora nos estas esperando
te ruego tengas paciencia
porque ya iremos llegando;
con esa humildad que
la muerte pone en los que
ella va mandando una vez
que nuestra vida
se nos termine agotando.
“Homenaje a un hombre que
sin haberlo merecido
subió Caronte a su barca
antes de lo convenido,
por errores que cometen
los que están para salvarnos
de las llamadas del mismo”.
joanmoypra