Si después de la tormenta viene la calma. Después de amar con vehemencia, ¿Qué viene?
No hay lugar en mí, ni fuera de mí, que no haya sido tuyo: mi mente, mi corazón, mis venas, mi sangre, mis pensamientos, mis noches, mis días, mis lamentos, mis alegrías...todo.
En mí, no hay espacio que no hayas conquistado o que hayas excluido de tu temporal dominio.
Te amé con delirio, con el alma, con todas las fuerzas. Te amé de una manera inimaginable, aún sin recibir de ti nada a cambio.
Llegaron las noches cargadas de tenebrosidades, a veces de estrellas, a veces de luna y te amé.
Los días llegaron, radiantes e hirientes...y te amé.
Cada segundo de mi vida, de mi existencia, dedicado en vano a ti. Tratar de ganar tu amor, fue como querer irrumpir el paso natural del tiempo, absurdo ¿Verdad?
Amarte a ti, fue, para mí... todo.
Que me ames tú a mí... ¡…! Más fácil sería ver las piedras flotar sobre la superficie de un río.
Hoy que me descubro viejo, en el reflejo mismo de un espejo, te juro que este vacío que en mi pecho permanece es aterrador, incomparable, extraño, aniquilador.
No hay palabras ya, ni llanto, ni amor, ni dolor, ni tristeza, ni alegría, ni rencor siquiera. Únicamente, vacío.
No sentir nada ya, eso es peor que haber amado con locura.
No sentir nada ya, es peor que ese desprecio que cierta vez a mi alma le concediste.