Cementerio de besos con bocas por urnas.
En penumbra desciendo a tu vientre volcánico.
Y tiritan mis manos con la marcha solemne,
Hacia donde la sensibilidad ya no tiene regreso.
Un eclipse de Pubis
Aun me suele asustar
Y yo me oculto
presuroso
En tu coral de mujer oceánica.
Con tus dedos de seda enterraste mis anclas.
En "Puerto Cintura" al Sur de tu ombligo.
Allí estuve
Con mi AMOR al estribo.
Con centinelas de besos que vigilaban tu ritmo.
Tu movimiento de Luna, de Ave, de Erizo, (…)
Tu suavidad de Gardenia, de arrecife,
Yo Cuido.]
¡Ah mujer oceánica!
¿Por qué te me haces ausente?
Si luego de navegarte toda
Con el Sol quemando mi frente
Y haber llegado a tus fosas
Donde no existen ni peces.
Insistes,
En diseminarte de a poco.
Volverte espuma en mi barca…
¡Ah marítimos ojos!
Disparen sobre mi Cauce.
A ver si llego a su Delta.
Y grito sobre tu amurallada ciudad de belleza exhuberante.
Para entender tus designios.
Tus formas y tus alcances.
Tus límites quiero cruzar.
Con un poema por yate.
Nerudiano
Todos los derechos de publicacion reservados por Jorge Molina. 2010