Siempre la soledad martilla en mi oído
Tu nombre sagrado que en mí está grabado
Me duele el silencio del tiempo y tu ausencia
Me duele el reflejo del dolor que añejo
Embrutece mi razón y mis sentidos,
Que solo saben llorar sin tu presencia.
Me imploran, me exigen que te busque,
Que te llame, que sin ti se agitan
En mudas expresiones de desesperanza.
Estallan los latidos de este corazón
Que hecho pedazos, siguen agitados, multiplicados
Cuando mis labios pronuncian tu nombre
Y lo lanza al infinito del recuerdo.
Esos latidos se convierten en mil voces
Que gritan este amor que se agiganta
En vez de irse aplacando con el tiempo.
Pero ¿quién le explica a cada pedazo
De este corazón que por ti late
Que ya no estás en mi camino
Y que por más que mis pasos te busquen
Nunca encontrarán tu destino?
Pero, estás en mi vida y tu recuerdo
Es fresco como flor de cada día.