kavanarudén

Catarsis

 

 

 

 

Una sensación de vacío invadía mi ser.

Me sentía solo en medio de la multitud.

Vulnerable y débil ante las agresiones.

Atrapado y sin salida, habiendo perdido el sentido de pertenencia.

 

Llueve a cántaros. Apartado en un ángulo solitario de mi habitación, entré en mi interior.

Me extendió su mano la suave música de un stradivarius; me abrigó la dulce voz angelical de una soprano; me besó dulcemente la melodía sugerente de un violonchelo nostálgico.

Cerré mis ojos y me dejé llevar. En ese momento mágico, pude vislumbrar los cuatro pilares fundamentales que me sostenían y sostienen mi vida en este momento:

 

Dios, a quien siento cercano y acompañante principal en este momento existencial. Vigor, origen, meta de los sonoros ríos de la vida. Camino en la confianza que me proporciona su presencia. No veo claro el horizonte, la única certeza es caminar y confiar. Me aferro a su promesa: “yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Camino y discierno, camino y vivo, camino y amo…camino…

 

El amor, que se me manifiesta a través de las cosas que me rodean, pero en especial, en tu persona, amor de mi vida. Es pura energía, consolación, fuerza, rememorar tu sonrisa franca; tu fresca fragancia; tu mirar sereno; tu entrega incondicional; tu palabra certera que me reporta, en muchas ocasiones a la realidad, a mi realidad, afianzando mi valor, mi fuerza interior, mis potencialidades; tu mano que me aferra en los momentos de debilidad, que me acaricia, que me hace sentir único e importante; tu cuerpo, fuente de calor en los momentos de frío, soporte y compañero; tu fortaleza ante la adversidad y esas tus ganas de luchar siempre.

 

La poesía, la escritura, espacio profundamente espiritual, donde mi alma y mi cuerpo se funden en una sola esencia, en una sola fragancia dulce, noble, amarga, tenue y fuerte. Donde puedo hacer el amor infinitamente con la musa, que me toca, me arrebata, me inspira, me transforma interiormente. Momento de catarsis, de elevación, de sueños y realidades. Tiempo sin tiempo, espacio sin espacio, existencia etérea y noble. Alas mágicas que elevan mi ser hasta tocar el cielo afinando mi sensibilidad y fantasía. Pura expresión de mi alma noble.

 

Amigos y amigas que son mi soporte, mi fortaleza, mi energía. Sean aquellos conocidos y presentes físicamente, pero también aquellos virtuales que he podido conocer a través de poemas del alma, que con su apoyo, su afecto, su cercanía son un tesoro precioso en mi vida. Nuestra comunicación es un bálsamo que alivia, agua fresca que calma la sed, aire fresco en los días áridos. Dios compense tanta bondad y solidaridad.

 

Cesa lentamente la melodía.

Tomo de nuevo contacto con mi realidad terrena.

Abro mis ojos cansados. Me invade una paz interior, un sosiego, una serenidad…

Lo demás puede desmoronarse, los cuatro pilares se mantendrán erguidos y me sostendrán para siempre.

Ha cesado la lluvia. A través de la ventana se deja ver en todo su esplendor un arco iris. Dulcemente sonrío y solo puedo expresar: ¡Gracias Señor!