El Sahara
hermanos míos,
no se vende.
El verde de mi tierra
me llena de orgullo,
como la belleza de sus pastos,
en los ojos del buen pastor.
El fosfato lo deseáis,
os va a perturbar,
ni aun en venta,
lo podéis comprar.
Yo soy refugiada,
He cruzado a pie desde Dajla a Agüenit Lecraá.