Iba con la mirada rozándole los ruedos
Arrastrando los pasos, como el que lleva en la espalda
un costal de pecados o una pesada cruz
Y en su rostro ajado se alumbraron sus ojos
con dos lágrimas largas cuál fibras de tisú
De su figura extraña quise hacer un retrato
pero en las pinceladas me dibujaba yo.
En esa murria tarde de pesado silencio
cuando el trino de un ave sollozó en el balcón
un arpa dormitaba una canción de cuna
y en la jaula dorada, prisionera del tiempo
se sentía mi voz.
Y fuimos tan iguales en la tarde sombría
aquel hombre, aquel ave,
aquella canción...y yo.
taty merced