Un río cristalino de agua viva
recorre la surcos de mi pobre alma,
donde erosiona recuerdos del mana
que yacía en tu esencia femenina.
Tan humilde como a su vez altiva,
bella cual fugaz cometa que engarza
las noches crudas en vela aplazadas,
susurro por tan arrogante diva.
Vano espero el retorno a la ribera
de la flor, que mis ojos emularon
haber hallado la eterna nobleza.
Sigo en ti perdido y enamorado,
soñando con tu mácula belleza
y a la orilla del río me desmayo.
Por Alfredo Daniel López