jueves, 27 de noviembre de 2014
08:09 p.m.
Un día
cuando asomes al balcón
mirando el horizonte.
De tarde o de mañana.
Dios solamente sabe.
Me verás regresar,
pisando sobre aquellas
mismas huellas
que dejé sobre el camino,
con nuevo andar ligero
como entonces.
Idéntico al liviano andar
de aquellos pasos
del día que me alejé de ti.
Y me verás sonriente,
con la frente en alto
con la dignidad que tiene
el vencedor de sí mismo
al regresar triunfante de campaña.
No me verás como
si me pesara el equipaje,
ni verás en mis manos
cargando con valijas.
Que el equipaje que traigo
dentro del corazón me cabe.
Y el corazón lo guarda.
Y porque los años cuando
no tan solo pasan por pasar,
sino que fructifican en el alma.
No pesan llevarlos.
Pues los fardos
que se cargan al ir,
se quedan en el campo de batalla.
Y el andar como te dije:
se hace ligero.
Me verás volver así,
y la añoranza que por mí tuviste
todo ese tiempo, se volverá
reposo y júbilo para que olvides
el pesar que el tiempo de espera trajo.
Me verás cuando asomes
por el balcón mirando el horizonte.
Y tus brazos que desfallecían
por el cansancio de una paciencia incierta.
Habrán de levantarse vigorosos
para tenderme tu mejor abrazo.
Carlos Fernando ®