La vi venir, bajando
por el empedrado gris
sin más peso
que el de mi alma
me despertó
como cada mañana
la abracé
como todas las noches
pude ver sus ojos
acariciar su pelo
besar sus labios
inmateriales, invisibles
estaba ahí y no estaba
pura emoción en calma
forzando límites
desafiando sueños