Tu me dibujas
el surco en la arena
y me lo haces largo,
para que grano a grano
los pasos vaya contando.
Y si cada grano
me acerca un paso,
si tu me sonríes
me acercas un salto
y me dejas sin playa.
Y si cada sonrisa
me acerca un salto,
si tu me hablas
me vuelvo marinero
y me dejas sin mar.
Porque tu,
queriendo o sin querer
me conduces a caminar
y yo iré donde tu dedo
en la arena me quiera llevar.
Y si no queda arena
quedará mar.
Y si no queda nada,
quedarás tú.
Que eres todo
lo que tiene que quedar.