Todos fuimos niños,
pero un día todo cambió;
el tiempo atrapó nuestra esencia
para adoptarnos y lanzarnos,
al mundo de los adultos
El mundo de las contradicciones
El mundo de los prejuicios
El mundo de los selectos
El mundo de los excluidos
El mundo de los que aman
El mundo de los que odian
El mundo de los que construyen
El mundo de los que destruyen
El mundo de la vida
El mundo de la muerte
Todos fuimos niños
y compartimos inocencias,
y soportamos injusticias;
las mismas que anidaron los adultos
para hacernos a su imagen y semejanza
Para matar sueños
Para alimentar odio
Para avivar guerras
Para acabar la naturaleza
Para destruir al hermano
Para maltratar animales
Para destruir árboles y flores
Para callar el canto de aves
Para secar ríos y lagunas
Para acelerar la muerte
Todos fuimos niños,
pero aún viven los recuerdos,
recuerdos que perduran en el tiempo,
recuerdos de imágenes atrapadas
en la fantasía de un mundo,
el de... ¡Los niños que nunca mueren!