Ahí estás... tan dormido entre las sábanas,
con tus manos mojadas y tu frente,
y yo tengo temor de que despiertes
y comprendas que entré por tu ventana.
Ahí estás... los labios entreabiertos,
como esperando el beso de mi boca,
sabiendo que el deseo que provocas...
¡es la sed que consume en el desierto!
Falta el aire... respiras agitado,
presientes a tu lado mi presencia
y tu sangre palpita con la urgencia
de esta pasión que arrasa y me condena
a volar en las letras de un poema...
y en sueños recorrerte con mis manos.