No hagas ruido,
y no me observes
con ese rostro
de espanto.
Debemos hacerlo.
Pero sin llegar a matarla.
No quiero sangre.
Solamente que se asuste.
Pero debemos robarle.
Entremos por la
puerta de atrás.
Ella siempre la deja
sin llave.
Vamos acercándonos.
Ten cuidado en no
chocarte con nada.
Es probable que esté durmiendo.
Si no lo está,
será más complicado
para nosotros.
Ahí está.
Sí, está dormida.
Mejor, nos ha
de ser más fácil para el robo.
¡Estúpida! Te llevaste
una silla por delante.
Menos mal que
no se ha despertado.
¿Por qué tiene
su cabeza suspendida
en el aire?
Es extraño.
Me acercaré.
No respira.
¡No está respirando!
¡Está muerta!
¿Por qué la lloras?
Ni tú ni yo
nada le hemos hecho.
Ahora podremos aprovechar
a robarle lo que se nos antoje.
¡Para de llorar, imbécil!
¡Ayúdame a cargar
con estas estatuillas,
parecen de gran valor!
¿Qué estás haciendo
ahí petrificada?
¿Que no te animas?
¡No seas tonta!
¡Ayúdame, que nos
estamos demorando!
No hagas ruido…
¡deja de llorar!
Alguien se acerca…
¡Escóndete detrás
del ropero!
¡Dame el cuchillo,
dámelo!
Te digo que me lo des.
¡AAhh! ¿qué has hecho,
maldita? Me has apuñalado…
estoy perdiendo
mucha sangre…
¡Mal..di…ta… asesina…!
Pens…sar…que que…ría
robá…semos…pa…ra…vivir me…
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 01/12/2014)