El cuerpo de un niño arroja lágrimas sobre los hábitos blancos de dos ángeles, sus cuerpos se componen de atardeceres nublados. Sus plumajes cubren sus manos mientras tocan puertas en toda la cuadra... y el niño corre detrás de sus túnicas (sus asexuados cuerpos lo invitan a tener un orgasmo tras otro): invisible ante sus pestañas rizadas e inmaculadas por el olvido.
las grietas de las aceras han cobrado vida, la luz crepuscular baña los latidos de las calles, su sombra se cierne hasta los valles que se desintegran en el cuerpo del firmamento.
Anhelamos las despedidas, laceramos los encuentros, las esporas sorben nuestra sed, nos falta algo (?).
-Desentierra, desentierra la música pequeño grano de arena!, así los afligidos posarán sus vidas en tu regazo, harán de ti un miedo corpóreo, se regocijarán en tu incredulidad.
Esto es un desierto.....