Espero que muera este tiempo tan pesado.
Puedo marear mi vida si giro al ritmo de las manecillas.
Me choca estar en ésta silla, mezclando
mi cuerpo con la madera reseca,
convirtiéndome en un mismo ser o cosa.
Ya no sé si soy más ser que cosa.
Llevo tanto, aquí, esperando,
queriendo vencer la fuerza de este tiempo lento.
Qué cansancio.
Qué harto de ver moverse esa esfera numerada,
esas patas tediosas
encerradas en el marco rojo de la pared.
Y como si no fuera poco:
el ruido.
Me asqueo de luces fastidiosas,
sonidos mediocres.
Ah, esta parálisis
que me estanca dentro de cuatro paredes rumiantes.
Estos muros gimen desesperación.
Balbucean todo el tiempo
y me envuelvo, todo, de locura.
Podría ser maniaco.
Podría levantarme y gritar a todos
que están enfermos.
Enfermos de monotonía.
Que la verdadera locura es querer quedarse
estancados en ese bache de monotonía.
Sí, podría, pero en lugar de eso
me quedo combinado con la silla
y moviendo la mano sobre ésta hoja.