Recuéstate en mi pecho,
arróbate en mis brazos,
encontrarás cariño
encontrarás amor.
El amor de un amigo,
cariño en el abrazo,
amor en el afecto
que guardo en mi interior.
Amor que, si meditas,
verás que, en todo caso,
es sublime y excelso,
no de menor valor.
Y ese amor, querida,
es el que anuda el lazo
que une nuestro afecto
con singular vigor.
Con este sentimiento
jugaremos a amarnos
gozando de las horas
de sensual ardor.
Tardes de cava y besos,
de arrumacos y abrazos,
de caricias y mimos,
de goce sin pudor.
Transcurrirá el invierno
y volverá el verano,
nuestro mutuo afecto
será siempre mayor.
Pero tal vez un día
más o menos lejano
encontrarás otro hombre
que te ofrezca su amor.
Tu aceptarás la oferta
después de meditarlo;
me lo dirás bajito
con tu voz de candor
Yo no te diré nada,
me quedaré mirando
tus lindos ojos grises
de singular primor.
Asumiré el destino
por el que hayas optado,
sin reprocharte nada,
sin ira ni rencor.
Y te unirás al otro
aún cuando sin amarlo
por lo que en el abrazo
no hallarás el calor
que tu inconscientemente
has estado buscando
y que sólo en mi hallaste
tras vencer tu rubor.
Recordaras las horas
que tu y yo hemos gozado
jugando con el sexo,
y hallando su sabor.
Y añorarás mis besos,
y evocarás mis manos
recorriendo tu cuerpo
con sensual fervor.
Y vendrás a mi pecho,
volverás a mis brazos
en busca del cariño
en busca del amor.
Te ofreceré mi pecho
y te abriré mis brazos
para que en ellos vuelvas
a encontrar el calor.
Barcelona, 25/1/20XX