No hace falta un sollozo de indiferencia
para desvanecerse en la densa amargura
con ingrávidos desenlaces de rumores
contenidos en la calmada transparencia del sosiego.
El abandonado desconsuelo,
aprisionado en el estimulado tormento,
se sustenta en la oscuridad desvelada…
entre diluidos silencios de efímeras pasiones
que derraman los olvidos del desaliento suspirado.
En ese abandono callado en la herida del desvelo
que desvanece tantos sueños encadenados
cuando atesoran los consumados desengaños
abatidos en la soledad de la ausencia.
Es cuando la dolosa nostalgia soportada
quiere ausentarse de la esencia debilitada,
para amarrarse a los despojos del desencanto…
con los mismos lamentos de una liviana apetencia
que intenta desamparar el abatimiento de la paciencia
quebrantada por el soplo de una ingrata esperanza.
Del dudoso desengaño de los sueños,
el indefinido lamento de la vida desalentada
que se funde en la llama marchita de una ilusión
vestida con retazos de indiferencia.
Víctor Manuel Gutiérrez Caballero