Alma:
tu boca se hace luz en mi boca.
Tu sonrisa se parece a un territorio cubierto de hojas verdes.
Suena el vello suave de tus brazos como una canción voladora,
y tus audaces deseos no son más que plegarias.
Por tu sombra camina un potro transparente con su vestimenta de albatro,
y el resplandor de una azucena presurosa traza el dibujo de tu lengua.
Alma.
Y acaso por reconocerte
soy un pájaro inmóvil
y nazco para dejarte olvidada.
G.C.
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