La ira rebaza la copa
en la morada de la impotencia
donde un fusil, un palo
sangran las calles
silenciando a gritos las paredes.
Todo está obscuro
aún el sol alumbrando sufre
y el aire golpear quisiera
las narices de esas bestias
postradas en la cúspide del tesoro.
No hay Dios para escuchar
no hay Dios para ver
donde esta Dios, si es Dios
cerrados tendrá los oídos
para confusas oraciones no escuchar.
Solo nosotros dos, solo tú solo yo
caminando a tientas
escuchando putrefactas voces
vacías en la radio y en la televisión
solo camina una voz limpia
tenue transparente dolida
la voz del pueblo caminando
un camino angosto cercado de opresión.
© Emig Paz