Con muy poca disciplina
coloqué mi atrevimiento
de inhumanidad
en la peña de la cuajada sabiduría;
enseguida llegaron pajarracos
para picotear aquel ardor,
ese estremecimiento
que había llevado conmigo
cuando caminé entre fuego, aire,
tierra y lluvia reseca.
Entonces grité: ¡Átamelo!
Átame la negativa, átame el furor,
llévate la vida (la mía) engulle mi desazón
y mis travesías de congoja
imperturbable.
Es atrevido e indecente
ser uno mismo, sobre todo
cuando los demás no son,
o quieren ser,
o se lamentan de serlo…
…Es difícil aleccionar a un halcón
cuando el hormigón es su único hábitat.