Pastor mau[1]
Qué problema con el SIDA,
tendré que usar profiláctico,
¡qué poco gozo con eso!,
además no es nada práctico,
ni siquiera en el sexo
oral me contenta, pero pienso,
¡que mejor no me arriesgo!
¿Qué pasa si me contagio?,
¿Qué le diría a mi mujer?,
me expulsarían de la iglesia,
y después, ¿qué voy a hacer?;
¿a cuántas contagiaría?,
además, ¿Qué le diría
a los demás hermanos?,
¡¿Que me acosté con sus hijas?!
¡y con la mujer de mi diácono!
Mis hijos están orgullosos,
porque su papá es pastor,
porque predico el amor
y recaudo buenos diezmos,
porque nuestro auto es nuevo
y confortable la casa,
porque al colegio al que van
tiene prestigio y es caro,
porque su mamá es muy linda
y ellos sacaron su cara.
Mis padres les dicen a todos
que yo soy un triunfador,
que aunque no salí doctor,
casi es lo mismo un pastor,
porque unos atienden el cuerpo
y otros atienden el alma;
(aunque yo tanto no creo,
porque muy bien los atiendo
a los cuerpos de tres muchachas).
Una a una me buscaron,
pidiéndome oración;
a una que estaba estresada
comencé a darle masajes,
y ¡casi debo acusarle
de acoso y de violación!;
otra lloraba y lloraba
pidiendo consolación,
se me abrazaba y su cuerpo
tenía un enorme calor.
La tercera era casada
y me pidió orientación;
que su marido, en las noches
sólo oraba y oraba,
y a ella sólo le daba,
quince minutos de acción,
que así no gozaba nada,
y quería ilustración.
Unas saben de las otras,
¡pero ¿a quién van a contarle?!,
y, al contrario de celosas,
¡se gozan con los detalles!
Ayer casi me pescaron
haciendo con la primera,
porque en el mismo momento
de hacer la penetración,
alguien golpeó a la puerta,
y era otro pastor;
el diácono me llamó,
pero no entró a la oficina,
¡menos mal!, si me veía,
no iba a saber qué decirle,
(¡para colmo es su prima!)
El otro pastor quería
que le pase una plata,
es que una vez me vio
acariciando a una chica,
sucedió en una campaña
de conversión y milagros,
y el muy atorrante me tiene,
¡con eso extorsionado!
Por suerte ya “arreglé”
con alguien muy superior,
con el que somos amigos
y siempre nos ayudamos,
para que le den ministerio
(al tonto extorsionador),
¡al otro lado del Atlántico!
Después se me fue la mano,
cuando volví con la nena,
le di mucha “mamadera”
y un poco se atragantó,
le hice “garganta profunda”
y ella de eso no sabía,
así que tosió y tosió,
pero después se calmó
y aprendió, ¡como debía!
De lo que no me di cuenta,
fue que se había pintado,
y, al calzoncillo pasaron
restos de su labial,
y hoy mi esposa me inquirió
por qué cosa era eso;
yo puse cara de santo
y le dije: -¡Mi amor!,
debe ser esa pintura
de la que usan los niños,
y que hay por toda la iglesia,
fíjate muy bien querida,
que seguro que también,
hay en mi pantalón
por arrimarme a las mesas,
y cuando lo comprobó,
me dijo: -“Tienes razón”.
Tengo suerte que mi diácono
anda siempre por las nubes,
yo lo lleno de trabajo
y le envío en cien recados;
entonces no “pesca” nada
de todas las cosas que hago.
Tampoco saca las cuentas
de la plata que juntamos,
pero firma los conformes
de los montos y los cálculos,
y luego lo envío a él
a depositar en el banco;
(de lo otro que me queda,
soy yo mismo que me encargo).
Dentro de dos semanas
tengo que ir a un seminario,
y, como se trata de jóvenes
me quiero llevar a una,
o ¡a dos si fuera posible!,
pero el lío es mi hija,
si la llevo a ella también
o llevo algún varón,
¡adiós con mi fantasía
de irme al hotel con las dos!
Yo aprendí a ser pastor
de otro que era peor,
y que siempre me decía:
-“Haz todo lo que te digo,
pero no hagas lo que yo hago,
mejor ora más a Cristo,
y no adquieras mis manías”;
pero ¡son lindas las chicas,
y la plata, y la familia!,
entonces, te pido, Señor,
que me ayudes cada vez,
a que las cosas que pasen
¡sean siempre a mi favor!
[1] Falso (guaraní)