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Extraños en un tren (capítulo -3)

 

Extraños en el tren - capítulo (-3) - cuento (el miedo a envejecer)

 

Listas, la azafata tenía una enorme lista de nombres, ¿por qué sería de esta manera? el tren era una gran máquina tecnológica pero ya había observado que esta tecnología no era abusiva, ¿por qué motivo no utilizaría por ejemplo una tablet?, ¿por qué la lista estaba escrita en una hoja oficio cualquiera?, ¿por qué sería así?, de cualquier forma BB 02 había formalizado conmigo...¿formalizado?, ¿era solo sexo o me estaba utilizando?

Meditaba en mi privado acostado en la cucheta, las dudas me tenían intrigado, nervioso y ya a esta altura del viaje algo asustado, no comprendía por qué viajaba esta cantidad de gente, ¿quien era cada uno de ellos?, quien nos habría seleccionado?, en realidad ¿fuimos seleccionados?, ¿quien pagaba todo este viaje?...No lo soporté mas y me incorporé decidido a investigar, me acerqué a la puerta y pulsé un botoncito que parpadeaba en color verde brillante y la puerta se abrió suavemente, las puertas no tenían cerradura alguna, fue mi primera impresión y quise retener este detalle en mi mente, sabía que encontraría muchísimos más en este nuevo e individual intento. Apenas me asomé al pasillo sentí esa rara sensación de estar siendo observado, giré a ambos lados y vi a una persona de traje gris impecable alejarse hacia el lado contrario a los vagones digamos por llamarlo de alguna manera \"públicos\", entonces decidí seguirlo a una prudente distancia. Pasamos tres vagones de compartimientos privados, los conocidos coches camas, el hombre de traje gris se detuvo ante una puerta guillotina y colocó su pulgar sobre un lector y la puerta se abrió, me di cuenta que yo no podría trasponerla entonces le dije subiendo la voz pero sin gritar:

_Sr!...Sr!...

El hombre de traje gris se detuvo ya con la puerta abierta y giró para enfrentarme. se lo veía serio, bien peinado, prolijo...

_ Es a mi?...diga. (lo alcancé)

_ ok, ok (así lo dije, deletreando: o ka, o ka) _ Mi nombre es...

_ Rubén (me interrumpió), _ todos lo conocemos.

_ Ah?!, no sabía que era tan popular.

_ ¿Popular?...Soy Ricardo, el ingeniero de a bordo. (extendió su mano y me apretó suavemente la mía en un gesto fino y de cordialidad).

(No imaginé que me pudiera estar vigilando)

_ Ah Rubén (asumí mi propio nombre)...bueno ya me conoce entonces.

_ Si, seguro que si, ¿puedo ayudarlo en algo?. (no se porque razón pero no me inspiraba confianza e igualmente necesitaba obtener información).

_ Bueno usted sabe, yo soy un tipo muy técnico, me interesa no solo viajar en este tren...

_ ¿y tener sexo con las pasajeras?

_ ah! me doy cuenta que aquí nada se mantiene en secreto.

_ Las máquinas no mienten mi amigo, usted lo sabe, las máquinas no tienen sentimiento.

_ Si me lo imagino, bueno supongo, tampoco debe mentir el mozo...

_ jaja no seguro que no miente pero no se preocupe no abundó en detalles.

_ Debería despedirlo...(al instante me di cuenta que había dicho algo sin pensarlo demasiado, fue involuntario y sin embargo era un sentimiento puro).

_ No se precipite...es una buena persona y cumple con su trabajo a la perfección.

_ Usted y yo debemos tener una larga charla...

_ La curiosidad a veces puede ser cruel.

_ Lo se, saber la verdad muchas veces duele.

_ También el dolor es parte del crecimiento, digo, como seres humanos, ¿me entiende?.

_ Si, lo entiendo perfectamente...

_ Por qué no me acompaña a mi oficina podemos tomar un buen café allí, tostado y molido y preparado por nosotros mismos.

_ ¿Nosotros mismos?

_ Si, hay pocas cosas preparadas artesanalmente hoy en día, ya no quedan personas que unan mente, espíritu y trabajen con sus propias manos, hay pocos artesanos en el mundo.

Traspusimos finalmente la puerta con clave digital y ante mi apareció algo similar a lo que sería una oficina técnica, escritorios, computadoras, fotocopiadora, planos etc.

_ Ja, como en la vieja época mi amigo...

_ Ricardo dígame: ¿Por qué estamos aquí?

_ Es difícil decirlo en pocas palabras, tal vez por el absurdo lo entendamos: NO ES UN SUEÑO.

_ ¿Va mas allá de eso?

_ Usted sabe que el cerebro y el corazón por ejemplo transmiten impulsos eléctricos y podemos medir el electromagnetismo generado, usted lo sabe bien.

_ Si por eso se pueden hacer los electros...

_ Exactamente, no es tan simple, obviamente, Usted ha tenido deseos, usted sueña y hasta despierto tiene deseos, usted piensa, la sensualidad es muy poderosa...

_ Yo he soñado con eso...o lo he leído , ya no lo se...

_ Le dije que no era sencillo, vamos a preparar el café...

De una estantería de caoba tomó un frasco de vidrio de esos del tipo para contener aceitunas, adentro había café en granos y una cuchara de acero inoxidable algo cilíndrica, sacó unas cuantas y la fue poniendo en un molinillo de madera que tenía una manivela, cerró, giró y de un cajoncito también metálico obtuvo café recién molido, el aroma enseguida inundó el ambiente...

_ Caracolillo... (le dije)

_ Café moka, el mejor.

Lo colocó en la \"manija\" de una maquinita expresso, dos tazas, una en cada pico...Tomé un platito y lo di vuelta (otra vieja manía mía), abajo en verde claro leí \"Dresden\". Me dijo:

_ El pensamiento es una fuente de energía impresionante...su velocidad supera a la velocidad de la luz. (Me quedé atónito, todo lo sabía, lo conocía y sin embargo necesitaba que me lo digan para reconocerlo).

Nos sentamos frente a un escritorio, cada uno en su lugar.

_ Cuantos pasajeros viajan en el tren?

_ ¿Exactamente?...ummm 103, sin contar el personal de servicios y tripulantes.

_ Masa crítica...debí imaginarlo, es necesario que muchos imaginen en el mismo sentido.

_ Usted lo ha dicho: \"Masa crítica\" mi amigo, usted ya lo ha imaginado alguna vez, muchísimas veces, usted tiene una extraordinaria imaginación. (y le dió un buen sorbo al café como para terminarlo). Tómelo antes que se le enfríe.

El tren fue frenando poco a poco y se detuvo...pulsé el botoncito que elevaba la cortina americana de una de las ventanillas, estábamos en la estación de \"once\", casi el centro de Buenos Aires.

_ Bueno amigo aquí tendremos una parada programada, tendrá varias horas para pasear por el centro y comprar algunas chucherías chinas, algunas son buenas y baratas...

_ Ya lo creo. (Me levanté, le ofrecí mi mano diestra, Ricardo había resultado ser una buena persona, al menos eso era lo que mi instinto me decía).

Salí de la oficina y volví todos mis pasos atrás hasta mi privado, allí encontré ropa que nunca había sido mía y sin embargo me iba a la perfección, un jean, una remera negra y una gorra del mismo color...¿como supieron que yo siempre usaba gorra negra?. Desodorante \"axe del fin del mundo\" y perfume \"ice\", ya estaba listo para dar una vuelta por donde tantas y tantas veces había caminado.

Descendí y caminé hacia la estación por el andén, allí estaba en el principio de la formación la máquina, era una máquina común y yo sabía que no lo era, era algo mas robusta, más alta pero mantenía los colores amarillo y rojo de las diesel originales...era especial, lo presentía. Imaginé el barrio como en los 80 y el barrio era el de los 80, caminé por Puyrredón hasta Corrientes y por Corrientes hasta Azcuénaga, allí estaba, un barcito/restaurant, solo una puerta y una pequeña vidriera de no mas de 2 metros, finito y largo, decorado con anaqueles en madera, me senté en una de las primeras mesas, el diario clarín sobre la mesa, un clásico. Pedí un café cortado en jarrita, edulcorante y un vaso grande con soda y agua mitad y mitad. Estaba en Buenos Aires otra vez, había pasado tanto tiempo, recordé Colegiales, Palermo, las caminatas interminables, ojeé el diario con noticias seguramente muy importantes para el país, para la gente, algunas mentiras, algunas verdades que yo no necesitaba saber, pensé en mi mujer y mis hijos, hacía ya algunas horas que no los veía, tuve esa rara sensación, amaba a mi mujer y sin embargo había tenido sexo con BB 02, había fumado nuevamente...¿Quien era yo? Un terrible complejo de culpa me acosaba...No sabía a ciencia cierta cuando volvería a mi casa, al calor de mi humilde dormitorio, mi manta ya algo derruída, el calor del cuerpo de la persona que mas amaba: mi mujer. No quise seguir y sin embargo seguía pensando en ella, me dolía, la extrañaba...deseaba que ella estuviera aquí conmigo para que me resguardara de mis propios pensamientos, ¿por qué se cumplían todos mis deseos menos éste, por qué?...solo quería su abrazo y su voz de nena...estaba sufriendo.

(y sin embargo sabía que debía volver al tren, debía volver a mi mismo, miré por última vez el diario clarín y vi su fecha de impresión: 20 de junio de 1992, 20 años atrás...yo no había conocido aún a mi actual pareja y obviamente mi hijo aún no había nacido, ahora si estaba asustado...Afuera flameaban banderas celestes y blancas y había patria en todas las caras).

Te he visto

y me recuerdas a…

Tengo una pequeña historia

entrecortada,

como olas que golpean,

sacuden

una tras otra

y sin embargo

el mar sigue estando solo.

Somos mar

y añoramos,

queremos tener una playa,

un lugar donde dejar de soñar,

escribir pasos

y besos

y caricias,

sentirnos cómodos,

y dejar huellas,

huellas de amaneceres

u ocasos,

traslúcidos, naranjas o pálidos,

¿Cuál es la diferencia cuando se quiere?

Sensaciones que emanan

desde el agua o desde la tierra,

rumores lejanos,

como el tren que se acerca,

y pasa,.

Rubores aquellos

del banco de una plaza

donde el amor era sincero

y en un copo de algodón había magia,

libertador y callao:

si, había magia,

nos sobraba tanto tiempo:

enamoramiento,

el mundo era una rueda gigantesca

como la vuelta al mundo

y el miedo,

el miedo era solo una sonrisa

abierta a los fantasmas.

Volver…

o marcharme tal vez,

allá lejos

donde terminan los rieles

donde terminan los miedos,

las penas, la soledad

y empiezan tus ojos,

tu mirada,

una ventana al mar,

al amor.

Te he visto

y me recuerdas a…

la playa, la plaza,

panoramas

donde descansan

los rubores de la infancia.

 

continuará