Los enojos siempre fueron
El mejor disfraz de mis tristezas.
Y aunque me mostrara fuerte
Mi corazón sufría.
Que absurdo orgullo
El creerse invencible
Ante lo sensible
Y no admitirlo.
Pero quién nos ha tenido
nos conoce hasta los huesos
Sabe nuestros secretos
Y no se cree el argumento.
Lamento habernos hecho daño.
¿Cómo poder remediarlo?
Solo... abrázame como tú sabes
y en un beso sabrás todo lo que he callado.