Estoy detrás del sol,
intento desvanecerme
por eso nadie ve
quién soy.
A veces ni yo misma lo sé.
LLevo días sumida en un letargo,
arrastrando los pies
y dejándome congelar en este frío.
Ahora he dejado que salga todo...
toda la noche que llevo dentro
y el eclipse en que me envuelvo.
- ¿Qué te pasa? - dicen...
- Nada. - es la respuesta;
y no miento, lo juro.
¿Quién entendería los demonios
con los que duermo?...
O no, porque el insomnio se apoderó de mí
y quizá vivo mis infiernos
en las madrugadas de ojos abiertos.
Me doy cuenta, sé que volví a tocar fondo,
y por ahora no deseo sostener mi mano
para ayudarme a salir de este abismo.