Hoy he visto madurar
los profanos lirios tuyos, amor,
trepar...
como el eco de una antigua risa
por los rieles de mi alma,
transparentes como la miel más pura.
¡Ah, lazo de ruda fuerza
sostenme en vilo!
devora las precisas espinas
como rayo certero.
Elévame al cálido y remoto pecho
de un astro, potente como un dios.
Acuna mi cuerpo entre tus brazos
con candor de nido y golondrinas.
Abrígame en tus versos
prefacio de locura,
como los pinos se abrigan
en el sol de diciembre.
Aquí, reviven flores mustias.
¡La soledad está vencida!
Amor...tierra no redimida soy
¡siémbrame todos los parajes!
te daré trigo y duraznos
cascadas de leche y miel.
La voz del hombre
trae un suave rumor de plumas
a mis oídos
melodía de aguas bravas,
sabe a mosto, a sal y aceite,
enciende el fuego que ahuyenta
las hienas de la noche.
El corazón solariego y rebosante,
lanzo a tu pecho, pájaro en celo,
veloz, como una flecha atravesando la gloria
y toda la pasión contenida
quedará latiendo en ti,
como golpea el grito de la sangre
en las sienes,
mientras mis palmas elevan la alta copa
plena de ternuras,
donde vienen a beber todas tus aves.