En las olas,
los castillos de mil y una noches,
dando vueltas en promesas,
detrás del olvido,
y el sol cayendo en pos de esa esperanza,
y las estrellas sosteniéndolo.
Un palacio invisible,
escondido detrás de la luna,
con joyas de oro y diamantes,
iluminan la caída de aquel astro.
Y la vida en el mundo, da vueltas y vueltas,
y la palabra cubierta por el olvido,
da sin sentido al sentido.
El viento lava la caída,
amortiguando el golpe,
escribiendo el nombre,
en una hoja blanca de papel.
El Amor crucificado en el abismo,
y el cielo que no envía ninguna respuesta.
Y ninguna ola luminosa,
arriba desde el horizonte.
Pero sale el alma arrojada del cuerpo,
extendiéndose al mundo a la vida,
deteniendo el desbarranco del Sol.
Pero ahora el Amor liberado,
envuelve en ascenso,
en retorno al principio,
en retorno al comienzo,
comienzo nuevo y distinto, comienzo.
En las olas,
los castillos de mil y una noches,
dando vueltas y vueltas,
ahora por el camino,
señalado por el Palacio invisible,
y las promesas sin olvido.
El alma ha vuelto a aquella mujer,
la vida le ha sido vuelta,
con melodías de esperanza,
de que algo mejor le depare mañana.
El Sol levemente desaparece en el horizonte,
mientras la mujer seca su última lágrima,
con el dorso de su mano,
despidiendo con su mirada la ida completa del Sol.
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