Perenne en ti permanecer deseo, magno sueño
acribillado por las balas que arrecian cada día.
Angustia que desola los campos
y para los relojes de Saturno estremecido
es tu ausencia … “Deseada Quietud”,
si, maldito dolor improcesable,
creces en las vidas solitarias
como ropa tendida eternamente,
olvidada por los seres que con ellas
vistieron dichosos en la luz.
Muere la brisa y todo muere,
ramos marchitos de esperanza,
ora tornados en plástico eficiente,
ora podredumbre invicta y emergente
Nacer a “la no vida” no es nacer,
es vivir una muerte en varios actos,
como un folletín de necedades,
calendario inexorable de anuales amarguras,
en sí, un laberinto cotidiano.
“Deseada quietud” de tardes idas,
a tu amparo anhelo, infantil y casi humano,
cruzar los valles, las cañadas y los páramos,
oteando, quizá , ulteriores vidas,
que muestren felicidad exógena
y tan “divina” como el olor de una iglesia en primavera,
romero amado de mi infancia,
y , de súbito, marquen felices mi rostro,
un ramillete de lágrimas extraviadas,
un suspiro de querencia, un atisbo,
de leve y dichosa añoranza.
PACO JOSE GONZÁLEZ
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