Anochece la luz sobre mis hombros,
mientras me ahoga el soplo de un recuerdo...
en mi boca el sabor salobre muerdo
y se eriza mi pelo ante el asombro...
De comprender que tu nombre cala hondo
y pesa la palabra en la garganta...
en el alma tu ausencia se agiganta
y en mis ojos las lágrimas escondo.
Cuando anochece y las horas se alargan
los deseos se mueren en mis manos,
caricias que nacieron se aletargan,
cualquier intento de olvidarte es vano...
se pierden los besos en la almohada
y duermo con el alma... ¡enamorada!