GuillermoO

Te quise

 

Te quise, pero hubo que dejar la necesidad de la rosa.

La habían destruído amalgamados seres cayendo como páginas inmensas de un libro sin destino.

(Y en las tardes, recurriendo a viejas fórmulas,

a palabras que creí eruditas,

a conocidas caricias.) 

Pero la rosa estaba muerta en los atajos donde tu corazón florecía.

Te quise cuando supe que las ruinas sobre las que nos habíamos amado

eran una casa y un espacio amplio. Y un castillo.

Y así ocurrió en los sueños, en las innominadas noches,

y en las vigilias ardientes que tuvimos.

Pero la lluvia construyó despojos,

un último horizonte sobre la piedra muda.

 

Habría que rehacer la ternura de tus manos,

llamar tus ojos, seguir el ritmo inacabado de tus hombros,

gritar tu cintura templando la ciudad entera.

 

Quisiera ser un sólido animal girando por la selva,

la piel de un tigre, sus abrazos secretos,

mezclarme entre los días en que nos dimos el agua de beber,

 

ser el ávido ramaje donde tus ojos canten.  

 

G.C.

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