El paso arrollador le mire al pasar,
La tarde mecía nubes de blanco tul,
Y sobre su innata sutileza al andar,
Pude esa tarde ver el cielo más azul.
Paso de nuevo. Murmuró su belleza,
Y clavo en mis ojos de sus ojos la luz…
Pasmado quedé como el espejismo sobre la bruma:
“anda tras ella” irrumpieron voces del cuerpo y el alma al sonar…
Pero he tenido miedo de querer locamente su hermosura,
De abrir mis vastas heridas, que suelen a mi alma desmallar,
Y de pronto en mi sed de plácida y febril bravura,
Cerrando la vista a su paso, le dejé andar!!!
Luis Augusto 2014-12-06