Así lo presiento.
Aunque no quieras aceptarlo.
Me haces bloquear mi mente.
No te hago culpable.
Me hago cargo
de todos mis desaciertos.
Me siento como si estuviese
en una cárcel
con infinitas rejas.
¡Es tan fácil hoy
escapar de una cárcel!
No es mi caso.
No soy un real presidiario.
Me siento como tal,
aquí, en mi propia casa.
Me siento aturdido.
Con deseos de poder
dormir muchas horas…
y no lo logro.
¿Sabes?
Presiento
que pronto he de dejarte.
No físicamente, o…
sí, lo será…
he de dejarte,
pero no he de salir
con vida.
No voy a suicidarme,
nunca lo haría,
pero… es un presentimiento…
Sécate esa lágrima,
no me la merezco.
Si así la sientes…
derrámala.
Muchas veces tengo
deseos de ponerme
a llorar, pero contengo
mis lágrimas.
Las he de dejar
para más adelante.
Siempre se nos presenta
la oportunidad de reír,
(¡son tan pocas las veces!)
En esta vida
tan calamitosa,
tan atestada de conflictos
y de injusticias…
¡de vergüenzas ajenas!
¡Hay responsables
de mi amargura
y esta tristeza!
¡Y tengo que aceptarlas!
Si llegara a matar…
¡total, en la cárcel
me han de pagar
por ser un delincuente,
o un asesino!
Me voy al bar
a tomar una copa.
Te prometo regresar sobrio.
Es muy probable,
que si tuviese
deseos de llorar…
lo haga, amor…
Pronto he de dejarte.
No llores por mí…
Hasta luego.
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto . 07/12/2014)