Las cortinas
no revelan las mañanas.
Todo es noche en las paredes.
Mis manos juegan con las sombras
de caricias que guardé…
Aún te respiro
por un resquicio de sol,
que atraviesa la ventana;
y me quemo con lo que me queda
de tu fuego.
-Pero no estás…ni me presientes.
Muero mordiendo las ganas,
mojando las ansias,
buscando tus manos,
con el desespero de las almohadas
adornadas de distancias.
Lo siento…
En donde me faltas, duele.
Y duele mucho más
no haber podido ir,
ni haber tenido tiempo
para elegir:
si huir, o quedarme…
No haber podido sentir
si eras tú,
la concretización del amor
o tan solo invento del destino;
quizá un juego peregrino
de satisfacción al afán.
No,
esto no es reprensión.
Más bien, alienación.
He comprendido
que ya nunca será
lo que ha sido;
consiento el derroche.
Desabrochaste mis alas,
delicadamente,
para subirme a una nube.
Es innegable.
(Agradecida sigo
por tan deliciosa escalada,
y lo vivido).
Luego te agrandaste,
y es la pena,
que en tan precioso cielo
haya yo perdido el espacio,
hasta llegar al borde
de tu tiempo,
resbalarme,
caer...
Sigo en el abismo.
cayendo y esperando,
pero no por ti,
sino porque renazcan las alas,
que sin quererlo
me arrancaste.
(Socorro Maria Lopes)