Donaciano Bueno

Maravillas

Hay un colegio en mi calle que se llama Maravillas,

que por la mañana chilla y no existe forma que calle,

gritos que a toda pastilla resuenan en todo el valle,

a modo de pasacalles salpicando en mis mejillas.

 

Yo al pasear voy bailando del ritmo en su partitura,

la música que a mi me cura esas ansias de volar,

y a la infancia retornar ahora ya en mi edad madura

de aquella tierna andadura que hoy yo he vuelto a recordar.

 

Mi humilde escuela rural y tan preñada de emociones,

¡qué bonitas las canciones, qué suspiros al cantar!

los pupitres de madera, las pizarras, los tizones

blancos como corazones puros y sin malear,

 

¡Oh, aquella inquietud por jugar a la dola o a la tuta,

los nidos de los gorriones en los árboles a hurgar,

o quizás adivinar qué decían que era una puta

o al río en actitud disoluta “a ojete” ir a pescar!

 

Y soñar, soñar, soñar…En nuestras mentes inocentes

Sin penas ni inconvenientes, todo era color de rosa,

y una hermosa mariposa que posaba en nuestra mente

nos decía confidente la humanidad era hermosa.

 

Y ahora ya plácidamente, acostado en mi aposento,

miro el devenir y siento con sana envidia, impaciente,

la nostalgia de aquel tiempo, la ilusión de ese momento,

y a dios lanzo este lamento: si amor a los hombres siente,

a los niños haga crecer su inocencia eternamente.