Lo miraba a los ojos, contemplé su vejez,
Con sus rasgos cansados y arrugas en su piel;
Se ha quedado muy solo, pues su esposa se fue,
Solitario pensaba: ¿Cuándo la alcanzaré?
Lo miré en lontananza, distante, lo besé;
Le hable con la mirada: -no te dejes vencer,
Te lo piden tus hijos, estos nietos que ves,
Esta inmensa familia, tienes mucho qué hacer:
Él, con ojos nublados, parece lo entendió,
Se alejó lentamente y a su cuarto llegó;
-Ya lo sé, hijos míos, ella se quedó
En los ojos de ella, en los labios de sol,
Esa dulce sonrisa que a estos niños les dio;
Ella no se ha marchado, tampoco me iré yo…