En su afán de llegar pronto a su trabajo, Diego el mujeriego, salió de su casa al apuro, con camisa, zapatos y medias a mano.
Inmediatamente subió a su auto y se dirigió a la oficina. Mientras conducía se vestía. Pues este fanfarrón se fue de noche loca y al parecer se le pasaron las copas. El pobre estaba malanochado parecía un perro apaleado y de su reunión se le había olvidado. Llegó atrasado y este galán despeinado se sentía ¡agotado!
Este presumido levantó sus pies para ponerse cómodo olvidando que no traía un calcetín, sus compañeros notaron esto y empezaron a reír. Enrojecido por la vergüenza, salió a buscar su calcetín.
Fue al auto y no encontró nada, andar sin media que más le tocaba.
Asustado regresa a su casa y la notó un poco desordenada, sin importarle esto él sigue buscando su calcetín. Pasó media hora y nada, no encontró nada, solo un papel que decía:
“Amor sino puedo tenerte, me llevareé tu olor y tu buena suerte”
atte. Tu ex
Después de leer esto Diego comienzó a buscar los números telefónicos de todas las chicas con las que había salido todo el mes.
Empezó llamando Andrea, y él, muy sobrado le dice:
-Amor sé que me amas pero devuélveme mi calcetín rojo de la buena suerte.- con un tono de preocupación y picardía.
Andrea enfadada le cortó la llamada. Así se pasó llamando a Carolina, Melissa, Luisa... Hasta que llego a Lili quien era la chica que se había llevado el calcetín.
Estos dos se citaron, con el tiempo se enamoraron y del calcetín rojo de la buena suerte se olvidaron.