Raúl Daniel

Amén Señor, dije un día

 

Amén Señor, dije un día

y me sentí diferente,

pero al mirarme al espejo,

nada había cambiado,

si no, que el mismo reflejo,

(el hipócrita de siempre).

 

No sé mentir, pero miento,

y, cuando soy descubierto,

¡por supuesto que lo niego!

 

Tendría que discernir

entre lo malo y lo bueno,

pero juzgo, quito, quiero,

y, en mis locos devaneos,

no paro hasta conseguir

todo aquello que deseo.

 

A veces me pongo a orar,

pidiéndole a Dios que trate

de hacerme un poco más bueno,

pero tal vez no me escuche,

o quizás se encuentre lejos,

y, aunque llore y patalee,

sólo percibo el silencio...

(¿será que ya se cansó

de oír mi eterno “plagueo[1]”?)

 

¿Dónde está Dios? me pregunto,

mientras lentamente peino

los ralos cabellos grises

que me refleja el espejo...

 

Y sigo malo, nomás,

mentiroso, como siempre,

y recuerdo que El Maestro

dijo una vez, que no había

¡ni siquiera uno bueno!

 

 

[1] Reniego. Regionalismo (Paraguay).