Caminaba entre la noche mientras ella lloraba su olvido por la vida,
el día no era suficiente para empezar
y el tiempo le obsesionaba.
Cada minuto miraba su reloj
pues no quería que la muerte lo cogiera a destiempo,
confiaba en que si sabia siempre la hora
la muerte llegaría al momento justo.
En la noche solía despertar varias veces
para mirar el correr del tiempo,
para él el correr del tiempo era como el correr de la lluvia,
cada gota era un segundo
y una hora era un mar.
Él sabia navegar en tiempo
y conocía perfectamente a qué horas salía el primer rayo de sol
y a que horas se escondía el ultimo,
mas esto no fue suficiente;
cuando murió,
murió a destiempo,
murió esperando la muerte,
pero él nunca supo cuando llegó.