Hace frio
no es novedad en la ciudad
y el bajo cero ya se hace rutina
entre los hologramas vivientes.
Imagino un abrazo
de esos que acurrucan
y hace cálido el momento.
Y trato de sonreírle
al invierno,
tratando de no
mojar el suelo
donde pienso
en los abrazos
que tanto necesito.
Pienso en
poder regalar
alguna estrella,
para que se adorne
el universo
en donde suelen
esconderse
los poetas entre
burbujas de metal
o de diamante.
(quizá se escondan de las brujas)
Lanzarle rosas
a las piedras,
llevarle un litro de agua
al desierto,
prestarle unos
guantes a algún
pingüino friolento,
darle un peso a quien
me pide comida
y no dinero,
ofrecer amistad
a quien pide amor,
tapar el sol con un dedo.
(Las manos frías)