No sé si era el alcohol o las luces que me hacían alucinar,
pero tú ya no te encontrabas en el mismo lugar.
Tu calor ya no lo sentía;
tu mirada se perdía entre el gentío del bar.
Tus abrazos iban y venían,
pero nunca me abrigaron en aquella noche fría.
La soledad me acompañaba y bebíamos sin pensar;
el trago aprisionaba mis ganas de llorar,
la música llegaba hasta lo más profundo de mí
y cuando la entonabas...me herías.
Más no te dabas cuenta de lo que ocurría,
tan sólo sentía que ya no me amabas.