Desde un acantilado bajo el cielo nublado,
se oye el eterno canto de olas y caracolas
que corren y revientan besando rompeolas,
mientras llora en silencio un ciego enamorado.
Se va yendo la tarde ya el cielo esta escampado,
ya cantan las sirenas al son de barcarolas,
y a su nidal retornan las gaviotas entre olas,
mientras llora en silencio un ciego enamorado.
En tardes como ésta al mar llego tanteando,
para sentir la brisa y el rocio del verano,
mientras mis ojos muertos al cielo van mirando.
Ah ojos del alma mía que no llorais en vano,
contadle al mar mis penas que a tientas iré andando,
tras sus pasos, tras de ella a otro mundo lejano!
Iván Madueño Luján